"No hay lugar seguro al que podamos escapar, no hay ningún lugar adonde podamos ir a pedir asilo por las condiciones bajo las cuales luchamos. Occidente es, posiblemente, el final de la línea. Estamos, eso nos enseñan a creer, en el mejor lugar que hay, el más seguro. Muchas personas arriesgan sus vidas para llegar aquí. Pero el trauma psicológico, físico, espiritual, económico, político y emocional que soportamos es, pese a esta ilusión, a esta propaganda, constante e interminable, cuando a diario se amontona una tensión tras otra, un trauma sobre otro trauma (experimentado directa o indirectamente), miedo sobre miedo, elección sin sentido tras elección sin sentido. No hay ningún lugar donde estar bien en el sistema capitalista global; sólo hay diferentes cámaras de tortura, con las herramientas adecuadas al objetivo y la etapa de la batalla"
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